El patrimonio artístico existente hoy día en la Tierra de Pinares
Segoviana es el resultado de una singular y dilatada historia que
arranca en plena Edad Media, un periodo en el que tienen su
origen muchas de las localidades que constituyen esta comarca.
Nos tenemos que
remontar al último tercio
del siglo XI, cuando, aprovechando un largo periodo de inestabilidad y
desintegración en Al-Andalus, se ocupan los territorios situados
entre el Duero y la Cordillera Central: la llamada Extremadura
castellana. Esta amplia franja se convierte así en una tierra de
frontera, al conformar la línea de máximo avance cristiano frente al
poder musulmán.
Para atraer población a estos espacios, despoblados
durante varios siglos y ahora peligrosos, se crea un peculiar modelo
de ocupación y organización del territorio basado en la
implantación de Comunidades de Villa y Tierra y en el otorgamiento
de ciertas libertades a los pobladores de las mismas por parte del
poder real. Así, desde el punto de vista jurisdiccional, cada una de las
Comunidades posee su propio fuero, que les dota de gran
autonomía política y regula su organización económica, fiscal y
social; y también cada una de estas comunidades tiene como epicentro a la villa, una
localidad por lo general amurallada o dotada de alguna fortaleza, de la
cual
dependen un cierto número de aldeas de su entorno o alfoz (la tierra).
Una vez conquistado el
Reino de Toledo en 1085, el proceso de implantación de las
Comunidades de Villa y Tierra se verá afianzado en
el primer tercio del siglo XII, pudiendo ya hablar un territorio
perfectamente organizado y exento de peligro al desaparecer ese
carácter fronterizo.
Hoy día, la mayor parte del territorio que conforma la Tierra de Pinares Segoviana
(que es, ante todo, una comarca natural) está formado por un gran
número de
localidades que integraban, sobre todo, dos de estas antiguas Comunidades de Villa y Tierra: Cuéllar y
Fuentidueña. El resto del espacio lo completan algunas otras
pertenecientes a las antiguas Comunidades de Iscar,
Sepúlveda y Segovia, además de las villas que pertenecieron al
Obispado de Segovia: Aguilafuente, Cuevas de Provanco, Fuentepelayo, Laguna de
Contreras, Turégano y Veganzones.
Es éste el momento
histórico, dentro de un románico pleno, en el que los pobladores de
las villas comienzan a destinar recursos y esfuerzos para la
consolidación de castillos y murallas, así como la construcción de edificios civiles e iglesias de culto,
proceso que también se extiende por las aldeas de su alfoz. En algunas
zonas se utiliza la piedra caliza, al ser un material
abundante en su entorno (como ocurre en la Comunidad de Villa y
Tierra de Fuentidueña). Por su parte,
en otras se echa mano de materiales menos costosos como el ladrillo
o la madera (es el caso de la Comunidad de Cuéllar), aunque en
algunos casos se mezclan ambas técnicas de construcción en un mismo edificio.
En cualquier caso se trata de un verdadero caso de mestizaje cultural, al
ser alarifes de origen musulmán los encargados de erigir muchos de
estos edificios de ladrillo, dando lugar a un estilo arquitectónico
y decorativo genuinamente hispánico que se encuentra muy extendido
por nuestra comarca:
el mudéjar.
Para conocer este
variado y rico patrimonio hemos diseñado cuatro rutas temáticas,
cada una siguiendo un hilo conductor, con las que el viajero podrá
admirar el arte que esconde la Tierra de Pinares segoviana. Las
rutas son las siguientes:
|
Iglesia de San
Julián Mártir (Cobos de Fuentidueña)
Fachada del mediodía de la Iglesia de San Andrés (Cuéllar)
Ábside con carácter defensivo de la Iglesia de San Pedro (Cuéllar)
Arquivoltas góticas
de la puerta del mediodía de la Iglesia de Santa María
(Aguilafuente)
Arco de San Martín
(Cuéllar) |